En la historia del diseño y el interiorismo, explicar la importancia de Gio Ponti es casi tan difícil como explicar la de Le Corbusier en la arquitectura o la de Picasso en la pintura. Este hombre renacentista, que nació en las postrimerías del siglo XIX, vivió dos guerras mundiales, el auge del fascismo, el milagro industrial de la posguerra y las turbulencias políticas de los setenta, diseñó prácticamente todo a lo largo de su vida. Hizo muebles y objetos cotidianos. Decoró cruceros y apartamentos. Diseñó azulejos e ingenios arquitectónicos. Por eso, la exposición que ahora le dedica el Musée des Arts Décoratifs de París lleva como título un juego de palabras, Tutto Ponti. Gio Ponti. Archi-Designer, y puede leerse como una alusión a su formación arquitectónica, pero también a su carácter hiperbólico.
Ponti fue arquitecto y diseñador, y también un arquidiseñador que trató de dar forma a todos los objetos que le rodeaban. Como ha demostrado la historia, tuvo éxito en ello.
La exposición (hasta el 10 de febrero de 2019) oscila, como la trayectoria de Ponti, entre la magnificencia y la levedad. Entre la solidez de la Torre Pirelli, que construyó en Milán a finales de los años cincuenta, y la silla superligera, un prodigio de simplicidad basado en las sillas tradicionales, y que hoy sigue siendo un superventas (lo fabrica la firma Cassina).
Ponti acuñó un concepto, "diseño total", que aplicaba a sus proyectos, y que consistía en que todo en un espacio, desde el color de los muros hasta el material de las vajillas, pasando por la estructura del edificio, podía convivir en armonía bajo la firma de un único artista. Fue el escenógrafo de la Italia de mediados del siglo XX, y también uno de sus ideólogos: en 1928 fundó en Milán la revista Domus, que en las décadas siguientes (y hasta el día de hoy) documentaría el milagro del diseño italiano de forma minuciosa.
Hoy su legado no solo sigue vivo de forma metafórica, sino muy tangible. La firma de mobiliario Molteni&C ha reeditado muchos de sus diseños más emblemáticos, sillas y butacas cuya estructura moderna y geométrica se suaviza mediante tejidos de calidad, metales y curvas elásticas. Son ejemplos perfectos del estilo Ponti, una mezcla de relajación mediterránea, sofisticación matemática, materiales cálidos y espíritu humanista.
Entre los diseños rescatados por la casa milanesa también está el aparador D.665.1, un prodigio geométrico cuyo frontal, recorrido por rectángulos de distintos colores y materiales, recuerda otro de sus proyectos más emblemáticos: su propia casa, un piso en Via Dezza (Milán).
Diseñado por su propio estudio, el edificio cuenta con una gran fachada con balcones continuos: cada propietario podía decidir el color de los paneles del balcón, así que la casa tenía, a pesar de todo, un aspecto improvisado. Dentro, Ponti aplicó los conocimientos de toda una vida dedicada al estudio de la vida doméstica, sus necesidades y exigencias. Por eso todos los objetos llevaban su firma en este apartamento que, en las antípodas de un showroom, condensaba el mismo universo que ahora evoca la exposición parisina, la más importante dedicada a su trayectoria.
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